-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------“El libro es como la cuchara, el martillo, la rueda, las tijeras. Una vez se han inventado, no se puede hacer nada mejor. El libro ha superado la prueba del tiempo... Quizá evolucionen sus componentes, quizá sus páginas dejen de ser de papel, pero seguirá siendo lo que es.”

UMBERTO ECO

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miércoles, 5 de enero de 2011

LA BIBLIOTECA EN LA CIUDAD DE BORGES

Por Fredy Massad y Alicia Guerrero Yeste
Publicado en ABC, serie "Insólitos. Arquitectura"


Biblioteca Nacional de la República Argentina de Clorindo Testa con Francisco Bullrich y Alicia Cazzaniga.

Ubicación:Buenos Aires
Año:

1961 (proyecto),
1972 (inicio construcción),
1992 (inauguración)

La biblioteca es una entidad arquitectónica proclive a concepciones metafóricas: son los cobijos físicos y simbólicos del saber y de la memoria humana, lugares donde un lector (lectores como Borges, como el Austerlitz de W.G. Sebald o el que descubre en una biblioteca sueca la Enciclopedia de los Muertos en el cuento de Danilo Kis) acude no sólo a leer sino al hallazgo de documentos que contienen la sabiduría y el misterio del mundo. El edificio de la Biblioteca Nacional en Buenos Aires envuelve una pequeña historia curiosa. Una de esas historias que ponen que la realidad en el borde del universo de lo literario; que nos obligan a pensar que hay algo muy complejo, extraño y fantástico en torno a la realidad y que lo que aparecen como casualidades jamás son meros azares, sino una especie de signos sin un significado concreto sino infinitamente abierto, cuya función primordial es recordarnos constantemente que existe algo totalmente inaprensible en torno al modo en que la realidad se hace visible, interconectando tiempos y lugares e incluso seres.
En 1961, el arquitecto Clorindo Testa ganó el concurso convocado para el nuevo edificio de la Biblioteca Nacional de la República Argentina. Durante el proceso de los trabajos de excavación previos a la construcción, en 1971, se descubrió el fósil del caparazón de un gliptodonte: un mamífero prehistórico herbívoro, extinguido hace más de 10.000 años y considerado antepasado del armadillo, que llegaba a tener un tamaño de tres metros y a sobrepasar la tonelada de peso. Las corazas de este animal fueron comprendidas como una forma de arquitectura por los humanos primitivos, que las emplearon como refugios. Clorindo Testa reconoció un vínculo evidente entre aquel hallazgo y su proyecto: como si la latencia de aquella ancestral estructura orgánica que diera origen a una primera estructura arquitectónica hubiera emergido, inspirándole inconscientemente la forma del cuerpo del edificio a levantar en aquel preciso lugar.
El proyecto debía permitir que se respetase al máximo la vegetación existente y permitir la mayor cantidad posible de superficie libre, ya que el edificio se asentaría sobre un jardín de gran valor histórico y natural. Por ello, Testa proyectó un vasto cuerpo rectangular, apoyado en el suelo con cuatro robustos pilares, donde se alojan ascensores y escaleras, situando en la planta baja el vestíbulo. Este recurso permitió generar una plaza cubierta. Los depósitos de libros se colocaron bajo tierra y las salas de lectura se situaron en las plantas superiores, sobre el volumen que conteniendo las oficinas administrativas, una sala de exposiciones, un auditorio, una cafetería y un balcón terraza.
El edificio de la Biblioteca Nacional es, junto al Banco de Londres también en Buenos Aires, la mejor obra de este arquitecto argentino nacido en Nápoles (Italia) en 1923. El trabajo expresivo logrado mediante hormigón y su impronta a nivel urbano lo convierten en uno de los hitos de la historia de la arquitectura de la segunda mitad del siglo XX.
En el relato de la historia de esta biblioteca es necesario tener en cuenta las tres décadas transcurridas entre la realización el diseño sobre papel del proyecto hasta su inauguración. Treinta años se antojan cronológicamente demasiados para culminar un edificio...
A pesar de los avatares del tiempo, la Biblioteca no ha envejecido, sino que sigue manteniendo la fuerza y la vigencia poética de los edificios nacidos de esa sustancia de algo intemporal.

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