-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------“El libro es como la cuchara, el martillo, la rueda, las tijeras. Una vez se han inventado, no se puede hacer nada mejor. El libro ha superado la prueba del tiempo... Quizá evolucionen sus componentes, quizá sus páginas dejen de ser de papel, pero seguirá siendo lo que es.”

UMBERTO ECO

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miércoles, 11 de agosto de 2010

COMO UN MARINO EN EL OCEANO

Un gran lector, aquel que todo erudito debería ser, es una persona que lee al cabo de su vida, en el mejor de los casos, unas diez mil obras (10.000!!) obras, que serían dos o tres mil en el caso de un lector "culto", es decir, aquel que lee un libro a la semana durante cincuenta años.

El mundo editorial produce, en Francia, unos cuarenta mil títulos por año es decir, dos millones en el plazo de tiempo que nosotros necesitaremos para leer diez mil.

El bibliotecario no puede ignorar esta desproporción, no solo la ve, también la vive diariamente. Y se enfrenta con coraje a esta marea incesante de saber publicado, la atrapa, la detiene, la desvía, la encauza, la canaliza y finalmente la filtra para ofrecer una información potable al lector sediento.

Sin esperanza de poder leer todos los libros, el bibliotecario no renuncia, sin embargo, a vivir entre ellos y a disfrutarlos. Es capaz de leerlos sin necesidad de abrirlos. Su mirada atraviesa las tapas. Cuando toma un libro no se pone a leerlo de inmediato sino que lo evalúa, lo analiza con la mirada, observa detenidamente las tapas, el anverso y reverso, a continuación echa un vistazo a la portada, al autor, a los editores, o sea todo lo que denomina "autoridades" y "direcciones", va directamente al colofón, se fija en la fecha, el formato y el número de páginas, se detiene en el sumario, verifica si tiene bibliografía, índices e ilustraciones; evalúa su robustez y la calidad del papel, la de la compaginación y la de la impresión. Con esto se ha dicho todo. Si los autores lo supieran harían libros falsos únicamente para las bibliotecas. Algunos ya lo saben.
Extracto
Fuente: Melot, Michel. La sabiduría del bibliotecario. Gobierno Vasco, 2005






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