El bibliotecario debe aprender (o recordar) el significado de las expresiones “responsabilidad social”, “ética profesional” y “compromiso”. No son términos vacíos: son locuciones cargadas de valor, nacidas al amparo de unos ideales y de unas creencias firmes en la igualdad de oportunidades, los derechos humanos, la libertad y la solidaridad.
El bibliotecario, la biblioteca y su entorno son parte de un todo que está sujeto a los problemas que golpean a la sociedad en general. Pero eso no es motivo para la renuncia. Es en situaciones de riesgo cuando la biblioteca debe poner en práctica, más que nunca, las nociones listadas al inicio de
este párrafo.
Para ello cuenta con medios únicos: espacios físicos y virtuales, información, canales de comunicación y difusión, medios de conexión y cohesión social...
Al poner esas herramientas al servicio real de sus usuarios, la biblioteca estará torciendo el curso de las corrientes de exclusión y, por ende, apostando por la inclusión.
El trabajo de los centros de información como motores culturales y sociales comunitarios solo puede llevarse a cabo y mantenerse mediante un profundo compromiso. Tomando partido, enterrando la indiferencia, empleando a fondo su know-how para enfrentar las situaciones adversas, y poniendo como límite la imaginación, las bibliotecas —aun aquellas que soportan dramáticos niveles de carencias— serán capaces de abrir puertas, inaugurar esperanzas y crear oportunidades.
Pues esa es su razón de ser. Para eso nacieron y, aunque muchos se empeñen en negarlo y en ignorar abiertamente su rol social, para eso están. Lo demuestran a diario miles de bibliotecarios que, como rezaba el poema de Mario Benedetti,
“no se quedaron inmóviles al borde del camino”
Extracto de :
Sobre inclusiones, exclusiones
y bibliotecarios en el filo de la navaja
Por Edgardo Civallero
Querida Silvia:
ResponderEliminarAdhiero completamente a tu post, es decir, a las palabras del Lic. Civallero y te envío un gran cariño.