Hace muchos, muchísimos años, ya había mujeres y hombres que leían, y hoy seguimos haciéndolo.
Ahí estamos, perdidos en las páginas de una buena novela o un poema que nos consuela, intrigados por las propuestas de un nuevo ensayo o echando un vistazo a ese libro ilustrado que reclama nuestra atención en la librería.
Lo que sí ha cambiado es el soporte que acompaña los textos, y aún nos esperan nuevos cambios. Desde el papiro y los códices, el libro evolucionó hacia el papel, y un buen día, hacia 1450, el señor Gutenberg convirtió el libro en un placer accesible a la mayoría.
Ahora los soportes multimedia ofrecen nuevas posibilidades de lectura y hay quien ya piensa con nostalgia en la textura del libro impreso, despidiéndose de él como de un amigo fiel que está a punto de irse para no volver.
De estos temas trata Nadie acabará con los libros, una charla erudita y amena entre dos hombres que han escrito mucho y son ávidos lectores, que coleccionan libros y nos llevan a su biblioteca para comentar gustos y manías, para contarnos por qué hubo épocas en que las obras maestras florecían y otras en que la estupidez y la pedantería crecían a sus anchas, para explicarnos cómo funciona la memoria y cómo podemos hacer realmente nuestro lo que aprendemos.
Jean-Claude Carrière y Umberto Eco se dedican a una improvisación brillante sobre la memoria, a partir de los fallos, lagunas, olvidos y pérdidas irremediables que la plasman, tanto como las obras maestras. Se divierten mostrando cómo el libro, a pesar de los desgastes provocados por los filtros, al final supera todas las emboscadas, para bien o para mal. Ante el desafío que representa la digitalización universal de los escritos y la adopción de nuevos instrumentos de lectura electrónica, esta evocación de las venturas y desventuras del libro permite relativizar las mutaciones anunciadas. Homenaje sonriente a la galaxia Gutenberg, estas conversaciones cautivarán a todos los lectores y amantes del libro. Y por qué no, quizá susciten cierta nostalgia en los que ya poseen libros electrónicos.
Jean-Claude Carrière |
Umberto Eco |
No hay comentarios:
Publicar un comentario